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martes, 11 de diciembre de 2018
Marcos Calveiro. Festina lente
Etiquetas:
Literatura galega,
Novela histórica
domingo, 11 de noviembre de 2018
Edmund de Waall, La liebre con ojos de ámbar
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martes, 23 de octubre de 2018
Fulgencio Argüelles, El palacio azul de los ingenieros belgas
Fulgencio Argüelles
El palacio azul de los ingenieros belgas (2003)
Biografía
Nacido en la aldea allerana de Orillés (en asturiano y oficialmente, Uriés), estudió Psicología en las universidades de Comillas y Complutense de Madrid, especializándose en Psicología del Trabajo y de las Organizaciones. Después de una larga estancia en Madrid, en 1997 regresó a Asturias para residir en Cenera (Mieres), el lugar donde había pasado su infancia y su juventud.
Antes de la publicación de su primera novela recibió varios premios por sus relatos cortos, tanto en castellano (Aller, Guardo o Internacional de Meres) como en asturiano (Carreño, Lena o Bilordios de Pinón).
Ha publicado las novelas Letanías de lluvia, Premio Azorín de 1992; Los clamores de la tierra; Recuerdos de algún vivir, Premio Principado de Asturias 2000 concedido por la Fundación Dolores Medio, y El Palacio azul de los ingenieros belgas, Premio Café Gijón 2003. También ha publicado los libros de relatos Del color de la nada y Seronda, este último en asturiano y en colaboración con el pintor asturiano J. Enrique Maojo.
Escribe habitualmente artículos de opinión, así como críticas literarias en el diario El Comercio, donde mantiene una sección fija denominada "Libros de siempre jamás". Por estos artículos le fue concedido el Premio de la Crítica que concede la Asociación de Escritores de Asturias (AEA) al columnismo literario en 2012 (Wikipedia)
Reseña de El País
J. Ernesto Ayala-Dip
J. Ernesto Ayala-Dip
El palacio azul de los ingenieros belgas transcurre entre el año 1927, en plena dictadura del general Primo de Rivera, y 1934, durante los trágicos sucesos de octubre en las minas asturianas. Nalo encuentra un empleo, después de morir su padre, como ayudante de jardinería en las dependencias de un palacio donde viven una familia de belgas, dueños y jefes a la vez de industrias de la zona. Poco después muere también su madre, reduciéndose su familia a una hermana, Lucía, un poco mayor que él, y sus abuelos, Cosme y Angustias. La vida de Nalo se va transformando. Influyen en su formación su hermana, que lo adentra en los misterios del cuerpo y la poesía, los consejos y las enseñanzas enciclopédicas de Eneka, el jefe jardinero del palacio azul, que lo introduce en los misterios del mundo. Completan el elenco del magisterio, la aya Julia, las mujeres e hijas de los ingenieros, mujeres todas, incluida su hermana, como concebidas para la educación estrictamente de los placeres sensuales de Nalo. Así queda constituido, desde el relato del protagonista, este universo cerrado de felicidad y despertar a la vida, mientras a espaldas de la cotidianidad, se van cerniendo los más negros nubarrones de la intolerancia sobre las esperanzas de los pobres y los ilustrados.
El modelo narrativo que emplea Argüelles tiene que ver con una especie de realismo poético. Las circunstancias suceden y se describen pero la recepción que el lector hace de ellas están como tamizadas por una atmósfera de irrealidad y ensueño. No es casual que Nalo defienda una teoría muy a tono con la novela: en un momento caben, a veces, varios momentos. Para Nalo la realidad verdadera es esa lucha subterránea (citando a Torga, el autor que Argüelles utiliza como uno de los epígrafes) entre lo esencial y lo circunstancial; un momento es algo concreto, cuando lo conforman varios, es lo esencial, lo que da sentido a la vida, lo que vale la pena conocer. No hay ninguna duda de que la novela de Argüelles es una novela de formación, incluso lo es en el sentido en que únicamente lo concibe Bakhtin, como no sólo de la absorción de lo ignorado, de lo secreto, sino también de la concienciación del desarrollo histórico del mundo. La herencia victoriana es evidente. Nalo es sujeto pasivo en un aprendizaje crucial: el de la sensualidad. Y lo es porque el pobre escalafón que ocupa en la sociedad lo aparta del intercambio igualitario del sexo.
Para terminar voy a referirme a la única fisura que encuentro en esta espléndida e intensa novela. Nunca el lector sabe exactamente desde dónde y desde qué perspectiva de tiempo Nalo narra su experiencia. Probablemente pueda intuirlos, pero hubiera sido mucho mejor para redondear absolutamente el pathos de esta historia tan brillantemente trabajada en la forma y la expresión, que el lector pudiera imaginarse al lado del héroe en un suelo más definido. Una novela es lo que se mira, pero no es menos importante desde dónde y cuándo
Reseña de Revista de Libros
Ana Rodríguez Fisher
Ana Rodríguez Fisher
En El palacio azul de los ingenieros belgas (Premio de Novela Café Gijón 2003), Argüelles vuelve a situarnos en un pequeño pueblo minero de Asturias donde vive el joven Nalo, narrador y testigo de una serie de sucesos y hechos que, situados en el plano de la historia –el presente narrativo abarca desde la dictadura primorriverista a la huelga o revolución de octubre de 1934–, o bien únicamente ceñidos al cotidiano vivir, a la concreta existencia, al pequeño núcleo familiar y amistoso que rodea al joven, devienen en cadena de aprendizajes, genuino proceso de formación de la conciencia del adolescente, que en ese período afronta diversos ritos de paso.
La novela se abre con la dramática muerte del padre de Nalo, entibador en la mina de carbón, hecho que da lugar a una amplia escena –duelo, velatorio y entierro– en la que vemos reunidos a los principales personajes que componen el estrecho círculo del joven: la madre, que «usaba las palabras como si fueran una herramienta de ataque»; el abuelo Cosme, muchos años pegado a sus botellas de anís y aferrado a un silencio que no era «tranquilo y perfecto porque estaba como ansioso y vacío de toda esperanza»; la abuela Angustias, que siempre hablaba de verdad porque lo hacía desde el refranero de su alma; Lucía, la hermana mayor, que a consecuencia de su afición a la poesía hablaba de una forma extraña, «adornando los pensamientos con metáforas y músicas»; o el primo Alipio, que será un destacado militante anarquista.
A ellos se suman, en el desarrollo de la historia, los personajes que habitan o pertenecen a ese singular topos que es el palacio azul –los ingenieros belgas y sus familias, más la servidumbre–, donde al poco empieza a trabajar Nalo como aprendiz del jardinero Eneka –personaje destacado que hablaba con expresión «tan limpia y primitiva que a mí me recordó la imagen de una lámpara alumbrando en la noche cuando cae la nieve»– o el herrero ruso Basilio –que «hablaba como si estuviera leyendo un libro»–, entre otros. Y si realzo este rasgo de los personajes no es porque sí. Todos ellos son portadores de una historia, a veces enigmática o secreta, cuyas grandes líneas y sentido Nalo irá descubriendo y entendiendo en el desarrollo del relato, aunque todavía al final se reconozca como «aprendiz de todo», a pesar de tener ya en su hacienda personal «el ser encargado principal de un palacio, el estar enamorado de una musa de nombre Talía y el poseer para lectura y estudio toda una enciclopedia universal».
Con habilidad y elegancia, Argüelles salva el escollo en que a menudo encallan novelas de estas características: el costumbrismo fácil (sea histórico, ideológico, paisajístico, antropológico o folclórico). Y para ello el autor opera por elevación. Pues nos asomamos a ese mundo a través de la mirada ingenua y sorprendida de un joven que acaba de dejar atrás la infancia, la representación del mismo está levemente teñida de la fantasía y lo maravilloso propios de una cabeza infantil (sorteando, por fortuna, el manido realismo mágico), donde bullen multitud de imágenes y analogías que a su vez dibujan ese mundo evocado en «palabras de siete entendimientos» –como las que empleó el abuelo, cuando le reveló su historia a Nalo–, que encierran la referencia y su interpretación. Conforme crece y perfecciona su oficio de jardinero, el joven descubre su verdadera vocación al revelársele «la posibilidad de la creación de formas y circunstancias nuevas a partir de las que ya nos eran mostradas». Toda una premisa que tiene una lectura metaficcional ya que, al cabo de su periplo, este joven aprende que la escritura puede ser el medio de multiplicar los momentos.
El otro mecanismo que sirve para elevar el relato muy por encima del vuelo raso predominante en nuestro actual panorama narrativo tiene que ver con la calidad de los episodios (momentos) seleccionados para ilustrar ese proceso de aprendizaje a cuyo término Nalo descubre el cuerpo, el amor, el mecanismo de los sentimientos, las leyes del determinismo, el lenguaje de la naturaleza o el sentido de la Historia. Porque al simple relato de hechos, Argüelles agrega siempre la repercusión de los mismos en la conciencia del personaje, creándose así una doble capa que otorga densidad y hondura a una historia jalonada por lo que podemos llamar la poética de la multiplicidad de los momentos.
El joven Nalo advierte ya muy pronto que un momento pueden ser dos, o que una cosa son los objetos y otra las circunstancias, y sospecha de «los accidentes» de lugar y tiempo tanto como de «la aritmética» de los momentos (expresada inicialmente su representación del mundo con el precario bagaje escolar); una sospecha que, con el paso de los años, según crece, se convierte en certeza y a la vez en signo de la complejidad de la vida, plagada de dualismos y desdoblamientos, que narrativamente se traduce en el paralelismo, a veces invertido, que liga algunas de estas historias, abocada cada una de ellas a desenlaces contrastantes. Así ocurre cuando por primera vez entra en el palacio azul y es entrevistado (puesto a prueba) por el ingeniero Hendrick, cuando su hermana Lucía le explica todo lo referente al sexo y al amor, cuando explora el cuerpo de la señorita Elena, cuando se proclama la Segunda República y ve revivir a su abuelo, o ante aquellos días del «tiempo desarreglado», cuando la revolución de octubre de 1934, suceso culminante tras el cual sobreviene la muerte y la diáspora o la claudicación.
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sábado, 15 de septiembre de 2018
Chimamanda Ngozi, La flor púrpura
"!Chimamanda Ngozi Adichie nació en Nigeria, en 1977, concretamente en la aldea de Abba. Es la quinta hija de un matrimonio de etnia igbo formado por Grace Ifeoma y James Nwoye Adichie.
Pasó su infancia en la ciudad de Nsukka, sede de la Universidad de Nigeria, en una casa que anteriormente había sido habitada por el célebre escritor nigeriano Chinua Achebe, autor por quien esta autora siente una gran admiración.
Su padre era profesor de estadística y su madre trabajaba también en la Universidad, como secretaria. A la edad de diecinueve años, Chimamanda Ngozi Adichie se trasladó a Estados Unidos con una beca de dos años para estudiar Comunicación y Ciencias Políticas en la Universidad de Drexel, Filadelfia.
Posteriormente continuó sus estudios en la Universidad Estatal del Este de Connecticut, en la que se graduó en 2001. También ha llevado a cabo estudios de escritura creativa en la Universidad John Hopkins de Baltimore y obtuvo un máster de estudios africanos en la Universidad de Yale.
En 2003, mientras se encontraba estudiando en Connecticut, publicó su primera novela, La flor púrpura (Purple Hibiscus), que fue muy bien recibida por la crítica y recibió el Commonwealth Writers' Prize for Best First Book en 2005.
La acción de su segunda novela, Medio sol amarillo (Half of a Yellow Sun, 2006), así titulada en referencia al diseño de la bandera de la efímera nación de Biafra, se desarrolla durante la Guerra Civil nigeriana. En 2007 esta obra, alabada, entre otros, por el escritor nigeriano Chinua Achebe, fue galardonada con el Orange Prize for Fiction.
En 2009 publicó una colección de relatos breves, titulada The Thing Around Your Neck.
[...] la autora nos explica el peligro de conocer sólo una versión de la historia, de conocer sólo un punto de vista y de ahí la importancia de conocer autores africanos que usan recursos africanos en sus obras y no sólo referencias y puntos de vista occidentales. [....] nos da los argumentos necesarios para entender por qué todos deberíamos ser feministas [...]
Obras:
La flor púrpura (Purple Hibiscus, 2003). Barcelona: Grijalbo, 2004 (Edición de Bolsillo, Barcelona: Debolsillo, 2005).
Medio sol amarillo (Half of a Yellow Sun, 2006). Barcelona: Mondadori, 2007.
Algo alrededor de tu cuello (The Thing Around Your Neck, 2009). Barcelona: Mondadori, 2010.
Algo alrededor de tu cuello (The Thing Around Your Neck, 2009). Barcelona: Mondadori, 2010.
Premios:
2005: Commonwealth Writers' Prize (por La flor púrpura)
2007: Orange Prize for Fiction (por Medio sol amarillo)"
Fuente: Casa África
2007: Orange Prize for Fiction (por Medio sol amarillo)"
Fuente: Casa África
"En la ciudad de Enugu, en la exótica Nigeria, la joven Kambili, de quince años, y su hermano mayor Jaja llevan una vida privilegiada. Su padre es un poderoso y respetado hombre de negocios, viven en una bella casa y van a un colegio religioso de élite. Pero, como Kambili va revelando en su relato con voz tierna, su vida familiar dista mucho de ser armoniosa. Su padre es también un fanático católico que alienta unas expectativas imposibles de cumplir con respecto a sus hijos y su mujer, a los que castiga con crueldad si no actúan de acuerdo con lo que él considera la perfección evangélica. Solo cuando Kambili tiene noticia de otros modos de vida, adquiere conciencia de la oscuridad y violencia del suyo. Entonces deberá encontrar la fuerza necesaria para rebelarse y defender a sus seres queridos" (Agapea)
Críticas
"[...] En ese marco de aparente perfección familiar, asistimos a una realidad tan escalofriante como bien descrita. Quizá demasiado porque, en la primera parte, todo ocurre de forma tan inexorable, las personalidades y costumbres están construidas tan de una sola pieza, llega a crearse un clima tan opresivo, uniforme y maniqueo que resulta difícil de creer. Debería abrirse una brecha en algún sitio y, aunque no inmediatamente, la brecha se abre gracias a la aparición de nuevos personajes y de un traslado de escenario. El nuevo sirve de contrapunto al anterior y nos da la oportunidad de conocer algo de las costumbres, mentalidad, tradiciones y problemática del país.
Hay que reconocer la habilidad de la autora creando expectativas que nos mantendrán en tensión hasta el final: la persecución que padece el periódico, los conflictos laborales de tía Ifeoma, la necesaria pero improbable reacción de la madre, el futuro de Kambili y su hermano, la enigmática personalidad del sacerdote, expectativas que pierden toda importancia al llegar a su punto de inflexión. Todo se acelera a partir de ese momento y tres años más tarde nos reencontraremos con unos individuos casi irreconocibles.
Es decir, el argumento se desarrolla de forma irreprochable, pero al conjunto le falta perspectiva, motivaciones, constatación de ideas, análisis de las circunstancias políticas, sociales y económicas, existe un maniqueísmo y un propósito moralizador más que evidentes, los personajes están bien esbozados pero parecen elegidos según un esquema previo (hermano/hermana, prima/primo) y son tan ricos en potencia que deberíamos conocerlos más a fondo. El motivo, como tantas otras veces, es la elección de un punto de vista adolescente, y por tanto inexperto, muy cómodo para los novelistas pero incapaz de análisis profundos y con un limitado radio de acción"
"Con la sabiduría y la paciencia de una narradora del XIX, Adichie enmarca en La flor púrpura un momento de formación en la vida de Kambili, adolescente de clase media alta educada en una familia católica, en una Nigeria gobernada por un régimen militar que recuerda al de Abacha de comienzos de los noventa.
"La acción se concentra en los meses que van desde la Navidad hasta la Semana Santa, hitos que permiten presentar con lentitud y complejidad a los personajes, empezando por el gran tirano de esta historia, un padre fanático religioso que maltrata a su familia, provoca dos abortos a su mujer después de darle dos palizas, echa agua hirviendo en los pies de sus dos hijos cuando cree que no se esfuerzan en la escuela (no son los primeros de la clase) y abandona a su padre enfermo porque conserva rituales “paganos”. Pero también un hombre intachable para la comunidad que ayuda a los niños huérfanos y a las familias necesitadas y consolida un periódico de oposición al régimen militar. Nada es aquí maniqueo, gracias a la potencia y pudor de la voz que narra, la adolescente Kambili, que piensa mucho y habla poco en alto. Kambili está expuesta a tres influencias que determinan su liberación del yugo paterno-cultural-nacional: su hermano Jaja, siempre un paso por delante y contravoz perfecta de este aprendizaje; la familia de su tía Ifeoma, lúcida profesora universitaria con una vida precaria, y el padre Amadi, un sacerdote nigeriano que le descubre una manera política y vital de entender la religión (y el amor: “A lo largo de tu vida encontrarás más amor del que te va a hacer falta”).
Los personajes de Adichie, tratados con cuidado aunque ocupen pocas páginas, encarnan concepciones del mundo sin sonar nunca a cartón piedra. Su secreto está en la empatía con la que construye las relaciones, la riqueza de matices y tensión emocional que muestran detalles aparentemente poco significativos, como la rivalidad entre primas por ver quién sabe cocinar (lucha de clases…).
Por eso es difícil destacar una línea de interpretación de esta novela con un denso poso universal. Quizá la del testimonio de fanatismo religioso, y Adichie merece un lugar de honor en esta tradición superviviente que va de Anton Reisera Fanny y Alexander. O la de la falacia colonial en su múltiples facetas, incluida la religiosa: “A veces me imaginaba que Dios me llamaba, con su vozarrón de acento británico”. La del maltrato a la mujer y la construcción de la identidad en un mundo machista. La del sutil aprendizaje de la amistad y del amor.
Aunque la escritura de Adichie se ha perfeccionado con los años (algo evidente en el primer tramo de este libro), La flor púrpura es una novela con una inteligencia y candor especial, que se lee con desgarro y alegría"
Etiquetas:
Escritoras,
Literatura africana,
Novela
domingo, 2 de septiembre de 2018
PROGRAMA DE LECTURAS 2018 - 2019
AUTOR
|
TÍTULO
|
DATA DE PUBLICACIÓN
|
PÁXINAS
|
SESIÓNS
|
DATA DE ENTREGA
|
DATA DE DEVOLUCIÓN
|
Chimamanda Ngozi
|
La flor púrpura
|
2003
|
304
|
3
|
3 outubro
|
24 outubro
|
Fulgencio Argüelles
|
El palacio azul de los ingenieros belgas
|
2003
|
320
|
3
|
24 outubro
|
14 novembro
|
Edmund de Waall
|
La liebre con ojos de ámbar
|
2010
|
353
|
4
|
14 novembro
|
12 diciembre
|
Antía Nara
|
Cara ao leste
|
2016
|
152
|
1
|
12 diciembre
|
9 xaneiro
|
Nelly Lee Harper
|
Matar a un ruiseñor
|
1960
|
416
|
4
|
9 xaneiro
|
6 febreiro
|
John dos Passos
|
Orient Express
|
1922
|
212
|
2
|
6 febrero
|
20 febrero
|
Luisa Carnés
|
Tea Rooms
|
1934
|
256
|
2
|
20 febrero
|
6 marzo
|
Margaret Atwood
|
El cuento de la criada
|
2003
|
412
|
4
|
6 marzo
|
3 abril
|
Miguel Ánguel Asturias
|
El señor presidente
|
1946
|
300
|
3
|
3 abril
|
24 abril
|
Eduardo Blanco Amor
|
Los miedos
|
1961
|
268
|
3
|
24 abril
|
15 mayo
|
lunes, 7 de mayo de 2018
Italo Calvino, El barón rampante
O autor
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